Hace cosa de ocho años os hablamos de una cesárea diferente a la habitual en la que el padre podía estar presente, la madre podía ver el proceso e incluso podía sacar al bebé con sus propias manos. Era una manera de hacer que la cesárea no fuera tan traumática como una cirugía de urgencia y que los padres se sintieran más respetados, escuchados y acompañados en un proceso que, aun siendo necesario, puede dejar un mal recuerdo en ambos.
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